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Sentirse en casa

Madrugar, trabajo, colegios, reuniones, actividades extraescolares, fin de semana de escapada o de ir a visitar a familiares… Pasábamos la vida fuera de casa. Si hacemos un cálculo del tiempo real que la amortizábamos, los cómputos parecerán en la mayoría de los casos bastante ridículos. Y qué bonito es poder sentirse en casa.

Una de las lecciones que estamos aprendiendo con esta pandemia es reflexionar sobre el valor que le habíamos dado a nuestra vivienda y el sentido que tenía para nosotr@s. Hemos tenido tiempo de vivirla y analizarla hasta el más mínimo detalle. Y ahora es cuando nos damos cuenta de la importancia tan grande de esa pequeña terraza, de que los niños necesitan su espacio para estar y desarrollarse en su hogar, de que ver esas cortinas tanto tiempo «me da dolor de cabeza”, o de que “me encanta la ubicación de esta casa, pero su distribución no funciona”.

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Ahora es el momento en que damos VALOR a SENTIRNOS EN CASA. Porque para sentirte en casa, tienes que sentirte identificado con lo que te rodea. Hay quien dice que se siente en casa cuando está con la familia, o con sus amigos, sea donde sea. Y es que nos movemos por emociones, somos seres humanos llenos de energía que transmitimos y recibimos. Y ahora, que tenemos la “necesidad” de vivir alejados de esos otros seres, qué importante es llegar a casa y sentir esa energía, tu energía. La que te mueve, te motiva, te inspira, te calma, te aporta calidez, serenidad y plenitud.

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Es maravilloso descubrir que todo ello puede conseguirse a través de un espacio, incorporando detalles que te emocionen y te llenen como persona. Llegar a casa, con la que está cayendo, y sentirse en casa. Eso sí que es magia.